Nos regocijamos hoy de que Dios está haciendo grandes cosas por nosotras a
medida que desarrollamos nuestro
movimiento internacional por la ordenación de 3 nuevas obispas: Olga Lucía
Álvarez Benjumea, de América Latina, Mary Eileen Collingwood de los Estados
Unidos, y Michele Birch-Conery de Canadá. Cada una de estas mujeres trae dones
espirituales únicos y diversas experiencias de vida que informarán su papel de
obispa en un modelo circular de liderazgo dentro de un discipulado de iguales.
Olga Lucía Álvarez Benjumea de Medellín-Colombia nos comparte que su misión
como obispa en la América Latina será fomentar una comunidad inclusiva, donde
los dones de las personas surgirán para romper las cadenas del clericalismo y
desarrollar una comunidad de empoderamiento. Ella escribe: "Es con la
fuerza de Dios que estimulo el crecimiento de la Iglesia a través de la fe y
los valores cristianos basados en las enseñanzas del Evangelio de la justicia
y la igualdad de una manera inclusiva y verdadera con el fin de ampliar el presbiterado
como servicio en la iglesia."
Mary Eileen
Collingwood de Hudson, Ohio, tiene experiencia en la educación y el ministerio
que la ha puesto en contacto con la mentalidad operativa y la estructura de
trabajo de la iglesia, y está muy consciente de la necesidad de reforma. Mary
ha centrado su energía en el vivir la visión de las mujeres como miembros iguales
en la formulación de políticas, la enseñanza, el liderazgo y el ministerio
ordenado en la Iglesia Católica Romana. Ella tiene un comportamiento seguro y
articula claramente sus pensamientos que están anclados en su profunda
espiritualidad. El estar casada y la crianza de los hijos le han dado a Mary
una amplia comprensión de las alegrías y las tristezas inesperadas de la vida
cotidiana. Sus experiencias de vida conyugal y familiar proveen perspectivas
que los católicos de hoy apreciarían en sus obispos.
Michele Birch-Conery
de Windsor, Ontario, Canadá celebró su décimo aniversario como primera
presbítera de Canadá el 25 de julio. Michele trae el conocimiento de nuestra historia
y nuestras intenciones originarias que son cruciales para nuestra evolución
continua. Su experiencia de vida acumulada y su desarrollo espiritual ofrecen
sabiduría y construyen un puente para mantener las diferencias en la unidad y
la igualdad. Ella afirma la diversidad en nuestros ministerios y en nuestras
realidades intergeneracionales: "Estoy comprometida con nuestro modelo no clerical
del presbiterado que promueva la igualdad y la no violencia, dentro de las
comunidades de los ordenados, y en nuestras comunidades sacramentales
inclusivas. En estas comunidades de fe de "discipulado de iguales",
nos encontramos en el corazón de Cristo y prosperamos en la vitalidad de
nuestro amor incondicional compartido".
En el Magníficat, María Madre de Jesús, proclama el fiel
amor de Dios por la plenitud de vida para todos, especialmente los débiles y
oprimidos. Las palabras de María se hacen eco del mensaje de los profetas que
continúan desafiándonos hoy: enfrentar al poder con la verdad, desafiar la
discriminación, y trabajar por la justicia.
Al igual que María, también nosotras proclamamos que Dios
está haciendo grandes cosas por nosotros. Dios está trabajando a través de
nuestro movimiento para levantar a las mujeres como iguales en nuestra Iglesia
y para promover la plena humanidad de las mujeres en el mundo. Creemos que los
derechos de las mujeres son derechos humanos y que la igualdad de género es la
voluntad de Dios para todos. En Génesis 1:17 leemos: "La humanidad fue
creada como reflejo de Dios: en la imagen divina Dios los creó; mujeres y
hombres, Dios los hizo".
En una reciente charla TED titulada "Por qué creo que
el maltrato a la mujer es el abuso número uno de los derechos humanos,"
Jimmy Carter sostiene que la mala interpretación de las escrituras religiosas
es un fuerte factor determinante de la violencia y la discriminación contra las
mujeres en todo el mundo. Carter dice: "Es un problema generalizado, porque los hombres
pueden ejercer ese poder y si un marido o un empleador abusivos, por ejemplo,
quieren engañar o defraudar a las mujeres, pueden decir que si las mujeres no
son iguales ante los ojos de Dios, ¿por qué debería tratarlas como si fueran iguales
a mí?"
La creencia de que Dios es hombre y de que los hombres son creados a imagen de Dios más que las mujeres es el fundamento de la actitud misógina de que los hombres son superiores y las mujeres son inferiores. Si bien sabemos que el lenguaje sobre el Sagrado es metafórico y limitado, el uso del lenguaje exclusivo y de las imágenes exclusivamente masculinas ponen a Dios en un cuadro único de un hombre que eleva al hombre a la condición de Dios. Esa idolatría refuerza las actitudes y las prácticas machistas que se han enseñado en la Iglesia durante siglos. Con demasiada frecuencia las mujeres han interiorizado este pensamiento opresivo y aceptado su condición de subordinación. Pero hoy, las teólogas feministas están expandiendo nuestro lenguaje sobre Dios que incluye a Dios como "ella".
En la Biblia, nos
encontramos con una rica variedad de imágenes femeninas de lo divino. La Santa
Sabiduría se traduce en griego y en hebreo con terminología femenina, Sofía en
griego y Hokmah en hebreo. Ella se presenta como la madre, la hermana, la novia,
la anfitriona, la profeta, la predicadora, la amiga, la libertadora, y la
creadora de los libros de Job, Proverbios, Eclesiástico, Baruc y la Sabiduría
de Salomón.
En nuestra primera lectura "Sofía impregna todos los seres vivos, entra en las almas santas y los hace amigos de Dios." En este encuentro con lo divino femenino se nos recuerda nuestro llamado a cuidar de la tierra porque, en última instancia, somos uno con toda la vida y con el cosmos entero.
Hoy en día existe una conciencia creciente de nuestra conexión con todos los seres vivos en nuestra misma esencia. El cosmos entero está dando a luz a Dios todos los días en una comunión de amor y de vida.
A medida que
ordenamos a tres obispas hoy, reconocemos su patrimonio dentro de la tradición de
Sabiduría Divina Femenina como aquella que abarca la conciencia de nuestra
unidad cósmica viva en el conocimiento místico y en las teologías en evolución.
Por encima de todo, están conscientes de la relación entre la conciencia divina
y la defensa de los derechos humanos para la adopción de medidas para alentar a
las comunidades globales de compasión. Nuestras obispas, junto con nuestra
comunidad de la ARCWP y la iglesia, están surgiendo y evolucionando en una
compañía de empoderamiento, en una comunidad de discípulos y de iguales.
Nuestro movimiento
internacional comenzó en 2002, cuando siete mujeres valientes fueron ordenadas
en el Danubio. Nuestras primeras obispas fueron ordenadas por obispos varones
en la sucesión apostólica. Por lo tanto, nuestras órdenes son válidas. Estamos
desobedeciendo una ley injusta de la iglesia hecha por el hombre que discrimina
contra las mujeres. En el 2015, nuestra membresía en todo el mundo de
presbíteras católicas es 215. La buena noticia es que las presbíteras están
cambiando la iglesia, una comunidad inclusiva a la vez. Ahora servimos a más de
75 comunidades.
En el 2014, ordené
a 22 diáconos y presbíteras, y ahora que andamos por la mitad del 2015, ya he
ordenado a 19. En octubre, 3 obispas de la ARCWP ordenarán a 3 presbíteras y un
diácono en 3 fines de semana diferentes en las 3 ciudades de Detroit, Salt Lake
City y Albuquerque.
La función principal de los obispos es ordenar diáconos, presbíteras y obispos para servir a las comunidades eclesiales inclusivas en colaboración mutua. Nuestra visión es de un modelo circular unido a la gente que servimos; por lo tanto, la obispa ordena y es también una comunicadora entusiasta de nuestra visión renovada. No tenemos diócesis o ni ejercemos jurisdicción sobre nada ni nadie. Las obispas tienen 1 voto, al igual que otros en la comunidad, en las decisiones que nos afectan a todos.
En su libro Abounding in Kindness (Abundante en la clemencia), Elizabeth
Johnson afirma el desafío que la iglesia enfrenta en transformar el
clericalismo y el patriarcado. Ella escribe: Esta tipo de receta de "agregue
mujeres y revuelva" solo se traduce en más problemas porque las mujeres se
ven presionadas a no tener en cuenta sus propios dones y a tratar de encajar en
un mundo definido por lo masculino. Por el contrario, toda la estructura de la
iglesia y de la sociedad necesita ser transformada para hacer espacio para una
nueva comunidad de colaboración mutua. El objetivo es una nueva justicia”.
Un puente es una metáfora útil para describir la relación entre la Iglesia Católica Romana institucional y el movimiento de presbíteras. Durante este tiempo de cambio de paradigma importante, muchas personas dentro de la comunidad católica están pasando de un modelo de una jerarquía o liderazgo de arriba hacia abajo de la iglesia a uno más abierto, participativo, circular.
Por un lado, dado que nuestras ordenaciones son válidas, la Asociación de Presbíteras Católicas Romanas se ancla en lo profundo de las realidades místicas, contemplativas y sacramentales que prosperan en el patrimonio de nuestra Iglesia Católica Romana. A medida que ordenamos, utilizando los ritos de la Iglesia Católica Romana, presidimos en las liturgias sacramentales, vivimos las enseñanzas místicas, proféticas y de justicia social de la iglesia, llevamos adelante lo mejor que aún vive en la iglesia que amamos. Por otro lado, estamos conectadas con aquellos que están viviendo como discípulos e iguales en las comunidades de base inclusivas que están surgiendo de las enseñanzas del Vaticano 2, a la vez que redefinimos la futura iglesia.
Nuestro reto consiste en cruzar el puente que nos permite encontrar la disonancia entre las culturas diferentes de la iglesia. Entonces podremos sanar los efectos del pecado del machismo, para las mujeres y para los hombres. Para llegar a ser íntegros del todo, necesitamos a las mujeres en todos los ámbitos de la vida de la iglesia y en todos sus ministerios, entre ellos las presbíteras. Durante este tiempo creativo y caótico, la ARCWP es un puente que proporciona los medios para la evolución a una iglesia más igualitaria y justa.
Estamos cruzando de un modelo clerical de la iglesia que va de arriba hacia abajo, a un modelo circular y comunitario, que manda un llamado por los dones de todos sus miembros. La Iglesia institucional enseña que el presbítero en personae Christi, en la imagen de Cristo. Cuando las presbíteras presiden en la mesa de la adoración, somos recordatorios visibles de que las mujeres son completamente iguales y que todos los bautizados son creados a la imagen de Cristo.
Nuestras comunidades
eucarísticas inclusivas están renovando la iglesia hoy por hoy. A menudo
tenemos homilías de diálogo para honrar al Espíritu de Dios que habla en toda
la comunidad, no sólo en el que presenta la homilía, que en la mayoría de las
iglesias católicas es el presbítero o diácono. El Cuerpo entero de Cristo,
todos los bautizados, celebran los sacramentos, no solo el ordenado. En muchas
de nuestras comunidades inclusivas, por ejemplo, los celebrantes en nuestras
liturgias eucarísticas son dos personas, una ordenada y una no ordenada. No fue
sino hasta el siglo XIII que la iglesia requirió un presbítero ordenado para
consagrar la Eucaristía (ver Gary Macy, La historia oculta de la ordenación de las
mujeres (The Hidden History of
Women's ordination http://ncronline.org/news/faith-parish/theologian-ordination-ideas-have-changed-over-time.
A menudo, las mujeres y los hombres lloran o sus lágrimas caen espontáneamente cuando asisten a nuestras ordenaciones o liturgias dirigidas por nuestro presbiterado femenino. Es una experiencia profundamente conmovedora oír la antigua letanía de los santos y ver a las mujeres postradas ante el altar el día de su ordenación. Después de que la obispa impone las manos sobre ella, las personas imponen sus manos y oran en silencio sobre la ordenanda u ordenando. Sus bendiciones amorosas reflejan la fe profunda de que la Rúa se está moviendo en la iglesia.
Mary Anne de Troy,
Nueva York asistió a una ordenación reciente en Albany. En su carta me
escribió: "La energía y el entusiasmo de la ARCWP ha dado nuevas
esperanzas y me hizo más apasionada que nunca en esta lucha por la igualdad.
Sinceramente, creo que es lo que quiere Cristo. Sé en mi corazón que Dios se
complace y se regocija en ti y en los hombres y mujeres que han respondido a la
llamada de Dios al servicio".
Mucha gente está emocionada de que Francisco está llegando a la Reunión mundial de las familias en Filadelfia este fin de semana. ¡Lo estamos también!
Papa Francisco, la ARCWP le da la bienvenida a nuestra tierra. Nos regocijamos en su defensa profética por la justicia económica y por la sanación ecológica de nuestra tierra.
Dado que las mujeres constituyen la mitad de los miembros del mundo y de la Iglesia, creemos firmemente que la igualdad de género tiene que ser una prioridad en la agenda de justicia Francisco. La realidad es que las mujeres reciben 1/10 del sueldo del mundo, y las mujeres con sus hijos a cargo constituyen 3/4 de las personas que se mueren de hambre en el mundo. Por lo tanto, es importante que Francisco haga la conexión entre la pobreza, la violencia, el abuso de las mujeres y la tierra, y la condición de segunda categoría de las mujeres en la iglesia. Si la Tierra va a ser sanada, por ejemplo, entonces las mujeres deben ser capaces de controlar su fertilidad. Esto también significaría que Francisco tendría que reconocer la realidad -que las mujeres son agentes morales libres y responsables, y levantar la prohibición sobre el control artificial de la natalidad.
Mucha gente está emocionada de que Francisco está llegando a la Reunión mundial de las familias en Filadelfia este fin de semana. ¡Lo estamos también!
Papa Francisco, la ARCWP le da la bienvenida a nuestra tierra. Nos regocijamos en su defensa profética por la justicia económica y por la sanación ecológica de nuestra tierra.
Dado que las mujeres constituyen la mitad de los miembros del mundo y de la Iglesia, creemos firmemente que la igualdad de género tiene que ser una prioridad en la agenda de justicia Francisco. La realidad es que las mujeres reciben 1/10 del sueldo del mundo, y las mujeres con sus hijos a cargo constituyen 3/4 de las personas que se mueren de hambre en el mundo. Por lo tanto, es importante que Francisco haga la conexión entre la pobreza, la violencia, el abuso de las mujeres y la tierra, y la condición de segunda categoría de las mujeres en la iglesia. Si la Tierra va a ser sanada, por ejemplo, entonces las mujeres deben ser capaces de controlar su fertilidad. Esto también significaría que Francisco tendría que reconocer la realidad -que las mujeres son agentes morales libres y responsables, y levantar la prohibición sobre el control artificial de la natalidad.
Le hacemos un
llamado al Papa Francisco a que afirme a las presbíteras como miembros amados de
la iglesia y a que desestime todas las excomuniones y castigos contra las
presbíteras y contra nuestros seguidores. También le pedimos a Francisco que afirme
la primacía de la conciencia para todos los católicos, incluyendo a los gays, las
lesbianas, las transexuales, los divorciados vueltos a casar, las presbíteras y
nuestros seguidores. Mediante estas acciones, Francisco puede abrir el camino a
la curación profunda en la Iglesia Católica de hoy y del futuro.
Para algunos, incluyendo la jerarquía católica, las presbíteras son una revolución. Ha llegado el momento de "una reorganización santa" para traer nueva vida, creatividad y justicia a la iglesia y más allá.
Nos regocijamos ahora al ordenar a 3 nuevas obispas: Olga Lucía, Mary, y Michele. Ellas ordenarán a futuras diáconas, presbíteras y obispas para servir a las comunidades inclusivas donde todos son iguales y todos son bienvenidos. ¡Celebremos los dones del Espíritu de las mujeres en aumento para liberar, sanar y transformar nuestra iglesia!
Para algunos, incluyendo la jerarquía católica, las presbíteras son una revolución. Ha llegado el momento de "una reorganización santa" para traer nueva vida, creatividad y justicia a la iglesia y más allá.
Nos regocijamos ahora al ordenar a 3 nuevas obispas: Olga Lucía, Mary, y Michele. Ellas ordenarán a futuras diáconas, presbíteras y obispas para servir a las comunidades inclusivas donde todos son iguales y todos son bienvenidos. ¡Celebremos los dones del Espíritu de las mujeres en aumento para liberar, sanar y transformar nuestra iglesia!
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